domingo, 10 de enero de 2010

Jorge Arbeleche - Comentarios en formato no ortodoxo

En primer lugar, pienso que el temario del Encuentro debió estar mucho mas ajustado de lo que estuvo. Pero también es importante reconocer que , aun con sus fallas, tuvo el gran mérito de provocar un intercambio de ideas entre gente que casi no se conocía. Y aunque el trabajo de la escritura , pienso que es una labor esencialmente solitaria, su inscripción social e identitaria requiere de los lectores, los otros, "lo otro".
En la mesa que me correspondió se habló de géneros, sin especificar si se trataba de referirse a los géneros literarios o a la teoría de género como tal. Respecto a lo primero, no creo en la definición canónica de los géneros literarios, como aquella que dice que el género lírico es aquel en el cual el poeta expresa sus emociones. Descreo absolutamente de eso, aunque confieso que alguna vez debí echar mano a ese tipo de esquema para explicar a jóvenes lectores, alumnos de liceo. Pienso que en cualquier género literario y, posiblemente , en la poesía más que en otros no cabe la ausencia de la reflexión. La razón importa , en poesía, tanto como la emoción o la sensibilidad , y a veces , más, pues pienso que la poesía es casi indisoluble con la metafísica. Marosa escribe mejor poesía cuando lo hace en prosa que cuando-rara vez - se apoya en los versos. Pero siempre es genial.
Respecto a la teoría de género confieso saber poco y estudiado menos, posiblemente porque no creo demasiado en ella, si bien es cierto que se puede percibir cierto rasgo femenino en algunas escrituras, más allá de lo temático. Sylvia Lago , creo , fue la primera narradora que escribió la palabra "coger" y "pija", en sus relatos, y no alcanzo a ver si ese gesto escritural la ubica dentro de una escritura más o menos femenina. Me apoyo , siempre , en la crítica textual; pienso que todos los elementos contextuales giran alrededor del texto; tampoco me apoyo en las referencias biográficas, que sirven como datos pero no como signos. La obra de arte se maneja, especialmente la Poesía, a través de símbolos y no de datos. Acabo de leer un nuevo trabajo de Ian Gibson sobre "Lorca y el mundo Gay"que, más allá de la seriedad de su investigación y del carácter académico que puede tener la obra de Gibson, acerca de Lorca , creador, no me agrega nada saber que fue amante de un escultor llamado Emilio Aladrén. Lo que sí me agrega es que su última pareja- un integrante del Teatro La Barraca-, luego del asesinato del poeta en 1936, se hizo prácticamente matar en el frente de batalla , justo al año siguiente, 1937..Me agrega y me alegra saber que, aun por breve tiempo, Federico hubiera podido hallar la plenitud en su relación amorosa homosexual. No me interesa saber con quien se acostó o dejó de hacerlo, ni sus caídas o no en la promiscuidad. En toda su obra no se observa la menor traza de vulgaridad.
Jorge Arbeleche
Diciembre 2009.

Ercole Lissardi- Fronteras

Debo decir que de las tres palabras con la que se denominó a esta mesa –Géneros, escrituras y fronteras- la que me interesó especialmente es la tercera: fronteras.

En el ámbito más íntimo de mi quehacer de escritura, no diré que todo el tiempo, pero sí a menudo, me pregunto dónde está la frontera, dónde está el confín, dónde empieza lo Otro.

Como aquel militar de la película del genial Jerry Lewis que preguntaba ¿para qué lado está el frente? a menudo –pero por fortuna nunca en medio de una novela-, a menudo me siento desconcertado, pierdo pie, siento que estoy mucho más lejos de lo que quisiera de los bordes, de allí desde donde es posible atisbar, aunque sea a la distancia, los misterios y los riesgos que nos depara el desierto de los tártaros.

Para un escritor de erótica la Era de la Permisividad a que estamos sometidos es una especie de engañosa Tierra Prometida. Por un lado es cierto que aparentemente cualquier gesto parece legítimo, pero por otro lado también es cierto que, después de un buen rato de gesticular sin consecuencias aparentes, comienza uno a comprender que en realidad nos encontramos en una especie de Terra Incógnita de la que todo está por saberse, y de la que en particular está por saberse dónde demonios están los límites, dónde están los confines, para qué lado queda el frente.

Para un escritor de erótica saber dónde están los límites no es importante para poder respetarlos. Al contrario, es importante para mejor transgredirlos. El arte que no transgrede no es arte. Será otra cosa, muy importante sin duda, pero no es arte. En la supuesta era de la permisividad total el escritor de erótica descubre de pronto que tampoco es tan fácil ser un maldito, que a menudo se anda derribando puertas que ya estaban abiertas. Por eso es importante responderse a la pregunta ¿dónde están las fronteras, qué hay que hacer para atravesarlas, o mejor, empujarlas un poco más allá?

La hipersexualización, la pornografización de la sociedad ¿conduce inevitablemente al agotamiento del deseo? El fin de los platonismos, el fin de las utopías amorosas, la quiebra del paradigma del amor puro ¿arrastrará en la debacle a la íntima pulsión deseante? El robotismo consumista ¿impregnará también el dominio de la interacción sexual? Así como ha sido posible completar el mapa genético ¿será posible diseñar una cuadrícula que permita cartografiar, echar luz hasta en lo más profundo de las fuentes del Deseo? ¿habrá una ecuación tal que dadas las variables nos permita calcular cuánto, cómo y a quién mañana desearemos?

Por suerte no necesito tener respuestas para estas preguntas al sentarme a escribir, pero pienso que poder al menos plantearme las preguntas es lo que me concede la ilusión de saber para qué lado al fin y al cabo están las dichosas fronteras.

Leído en el Encuentro Nacional de Escritores, octubre 8 de 2009.

Melba Guariglia- Géneros, escrituras y fronteras.

Cuando me dijeron que integraba una mesa con un título tan vasto entendí que éste estaba constituido por palabras clave, como disparadores. Porque quienes trabajamos con las palabras sabemos que ellas nos atraviesan y nos interpelan, y nos confunden cuando se les antoja con sus múltiples significados y significaciones. Por eso es difícil esperar que esta reunión de gente disímil se ponga de acuerdo sobre qué decir sobre estos términos, pero tal vez eso sea lo más enriquecedor. Que cada uno diga lo que le parece, sintéticamente, y eso nos ayude a seguir pensando hacia dónde vamos.

Los cambios se suceden vertiginosos y las dicotomías o binarismos ya no ayudan a interpretar el mundo, tampoco las divisiones estancas o los estereotipos, sobre todo a quienes creemos que escribir es pensar. Ya no es posible definir con exactitud los “géneros”, sean estos literarios, gramaticales, biológicos, como tampoco es posible precisar una “escritura”, frente a nuevos y diferentes tipos, y menos las “fronteras”, en medio de las redes. ¿Como límites? ¿Cómo marcas? No. “Las fronteras se mueven como las banderas”, dice Jorge Drexler, y es bueno visualizar todo el espectro que esto indica para el arte y para el artista.

El movimiento es parte esencial de la naturaleza y asumir la complejidad que implica es un modo de comprenderla para transformarla. Los escritores no somos todos iguales, lo sabemos, pero tampoco tan distintos, hay algo en común que nos une y nos lleva a compartir y a acordar, acercarnos a nuestras afinidades, a crear y defender nuestros espacios y tiempos. Tampoco esto nos aleja de otras identidades que asumimos en el transcurso de la vida y todas ellas nos conforman. Afirmar la diversidad es también ayudar a afirmar nuestras consonancias. Por eso este bienvenido encuentro nos encuentra y nos dialoga en tránsito por una página apenas escrita, en la cual tendremos que seguir escribiendo.

Retomo el inicio, las palabras son grandes, espléndidas, no podemos encorsetarlas, como tampoco a “géneros, escrituras o fronteras”, hay un temblor entre los conceptos que los recorre en todas direcciones como en un cuerpo vivo. Pero no podemos desconocer que también hay múltiples formas de poder, visibles o no, que someten a las palabras, aunque apostamos definitivamente a aquellas que nos liberan.